Crédito Educativo y los Desafíos para Dar Acceso a Educación de Calidad
“Financia cualquier cosa, menos educación. Se ha intentado todo y no se puede hacer en el Perú”, decía el banquero que había ido a buscar por consejo en el 2017, poco después de decidir dedicarme exclusivamente a construir KOMODO Crédito Educativo. Ese mismo año, el programa de becas y créditos del gobierno, PRONABEC, fue rediseñado y recortado a cerca de 12mil beneficiarios (desde 39mil en el 2015), en medio de ajustes presupuestales. Este esfuerzo estatal era el único sistema de apoyo financiero con alguna escala para los 4 millones de jóvenes en edad de estudios superiores de nuestro país. ¿Acaso no había nada más que hacer?
El problema fundamental de crear acceso sostenible a la educación superior de calidad en países emergentes, es que se trata de un servicio que es costoso y dura varios años. Además, es de alta importancia social y sensibilidad política, otorgado a una población con recursos económicos insuficientes, y cuyo gobierno tampoco tiene los medios para entregarlo o financiarlo en la escala que la población demanda.
El Banco Mundial (IFC) emitió un reporte unos años atrás exponiendo algunas razones por las que la banca, sin apoyo del gobierno, participa muy poco en este espacio. En resumen, el crédito educativo es un producto complejo que requiere, entre otras cosas, sistemas específicos a su gestión. Mientras que existe el riesgo que errores de ejecución puedan tener impacto reputacional sustancial que afecte otras líneas de operación de la organización. Esto naturalmente encausa a los bancos a priorizar otros negocios, por lo que no es inusual ver productos de crédito educativo, si existen, como apéndices del área de crédito vehicular o de consumo, por ejemplo.
Sobre los desafíos que enfrentan los gobiernos, las experiencias de nuestros vecinos Chile y Colombia, más enfocadas en crédito que en becas (a diferencia de la peruana), son instructivas. Chile estableció el sistema de Crédito con Aval del Estado (CAE) en 2006, con un diseño inspirado en el modelo norteamericano que busca crear acceso a la educación apoyándose en la agilidad de la banca y minimizando la carga sobre el presupuesto nacional. El programa creció vertiginosamente (559mil beneficiarios ya en periodo de repago), pero la morosidad, medida como porcentaje de pagadores que tienen atraso de una o más cuotas vencidas, ha sido a todas luces excesiva (44%). No se logró el ahorro presupuestal proyectado ya que el gobierno tuvo que hacerse cargo de la morosidad y, además, cientos de miles de jóvenes han iniciado su vida laboral con deudas de muy largo plazo o señalados como morosos. El programa fue siempre impopular con un sector de la población, pero hoy el rechazo es más general y, en consecuencia, se ha iniciado un proceso de reforma que está en marcha.
Colombia, en cambio, establece un sistema de créditos otorgados y gestionados por el gobierno a través del ICETEX que tiene hoy 388mil beneficiarios activos. Si bien este programa también está siendo objeto de una reforma sustancial, es de los que mejores resultados ha obtenido en la región, gracias a un crecimiento progresivo durante sus 70 años de existencia. A pesar de esto, ha tenido periodos agudos de morosidad (+20%) que han requerido importantes inyecciones presupuestales. Tampoco se puede obviar que un programa así resulta un manjar apetitoso para que políticos en campaña prometan condonar deudas, con la consecuencia lógica de debilitarlo o, peor aún, desarticularlo. Los peruanos hoy podemos imaginarnos una situación así claramente.
Considerando las experiencias comentadas y las evidentes dificultades a las que nos enfrentaríamos ¿Qué nos impulsó a fundar KOMODO y perseverar en su desarrollo? Nuestro modelo de operación es sostenible y ya ha sido probado en economías similares a la nuestra (Brasil y México). La clave del ofrecimiento al estudiante y su familia es que pueda pagar cuotas de crédito muy cercanas a la mitad de lo que pagaría como pensión regular al mes. Esto es potente porque la cantidad de familias que pueden afrontar un pago menor es muy grande (según nuestras estimaciones, se incluyen a +1.3millones de familias al reducir una pensión típica de educación superior a la mitad). Es sostenible porque la o el estudiante, una vez graduada, continúa pagando una cuota similar por unos pocos años más, y solo califican a este beneficio quienes sustentan capacidad de pago de esta cuota, sea propia o por parte de un garante, o los dos juntos, y esta capacidad se evalúa mediante un análisis muy técnico. La morosidad de nuestros aliados y la nuestra (incluso durante la crisis) es muy baja, por debajo del 10%.
Pero más importante aún, es que KOMODO aporta una estructura organizacional ágil y enfocada que permite la rápida asimilación de aprendizajes propios – así como la importación de aquellos de PRAVALER, la compañía más exitosa de la región en estos temas - y la incorporación de lo último en tecnología para dar un servicio de primera y totalmente digital al estudiante, reducir costos y facilitar la escalabilidad. Si hoy volviera a reunirme con el banquero le diría que en el Perú ya es posible acceder a un crédito educativo privado de bajo costo (incluso de interés 0%) y sostenible. Nuestro camino hacia ser una solución significativa para crear acceso a la educación superior de calidad recién comienza, y las historias de lucha y superación de cada estudiante que nos permite ayudarlo a transformar su vida y la de su entorno a través de la educación, son fuente de inspiración inagotable para todo nuestro equipo.