Perú: Es la Hora del Crédito Educativo Innovador

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Perú: Es la Hora del Crédito Educativo Innovador

 

Brayan cursaba estudios en un conocido Instituto Superior de Lima. Había logrado el primer puesto durante el primer ciclo de la carrera de Mecánica Automotriz y su sueño era ser, algún día, dueño de su propio taller. Se pagaba los estudios limpiando baños en un casino por las noches. Dormía cuando podía, mucho en el transporte público. A pesar de todo este esfuerzo su objetivo pendía de un hilo, si no conseguía S/300 soles más al mes, no podría hacer sus prácticas preprofesionales que pagaban menos que su trabajo. Relatos similares de adversidad, lucha y tenacidad eran lugar común entre los alumnos que conocí como voluntario en un programa de becas en este instituto. Pero este no era el Perú en crisis actual, era el Perú todavía en crecimiento del 2014.  

Hoy, el sector de educación superior necesita soluciones de crédito a gran escala más que nunca. La fuerza de la inercia y el estatus quo son difíciles de vencer, pero las circunstancias piden que el sector sea mucho más agresivo adoptando modelos sostenibles (para estudiantes, instituciones y proveedores) de crédito privado. Veamos por qué.  

La Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES) estimó que cerca de 500mil estudiantes abandonarían su educación universitaria o técnica este año. Información del MINEDU en la prensa arroja cifras en consonancia con esta predicción. El gobierno ha respondido a los pedidos de acción en forma de becas y créditos, con una ampliación extraordinaria de sus programas de beneficios a estudiantes de muy bajos recursos desde aproximadamente 12mil a 50mil, un número aún insuficiente.

En este momento tan difícil para el sector de educación superior – y para el gobierno – la capacidad de respuesta limitada es preocupante y perjudicial para nuestra sociedad. Pero la dinámica de buscar grandes soluciones del gobierno y recibir iniciativas más modestas, no es nueva. El reto de facilitar educación superior de calidad para nuestros jóvenes es enorme, y la escasez de recursos y las inherentes restricciones de la gestión pública (siempre sujeta a la dinámica política, entre otras) son obstáculos muy sustanciales.

El sector de educación superior peruano enfrenta un doble desafío en este contexto, agudizado por la crisis actual. Debe aumentar la cobertura en las familias de menores recursos y responder a la nueva realidad económica general, mientras sigue un camino de obligatoria mejora de la calidad. Actualmente, solo 3 universidades peruanas están entre el Top 100 de América Latina según el ranking QS. Pero algunas iniciativas que ha venido siguiendo el sector en años recientes para llegar a esta población de menores recursos (competencia de precios y aumento del gasto en publicidad, entre otros), y todos los loables esfuerzos internos que están haciendo las instituciones para evitar la deserción por temas económicos durante la crisis, juegan en contra de la salud financiera necesaria para lograr el doble desafío que nuestra sociedad necesita que consiga.   

Historias como la de Brayan me inspiraron, al igual que a mi socio cofundador, para crear KOMODO Crédito Educativo en 2017, como una respuesta del sector privado a este problema estructural y tan crucial para nuestro país. Nuestra búsqueda de modelos sostenibles de crédito educativo nos llevó a identificar, y luego formar una alianza estratégica, con PRAVALER de Brasil. Una empresa que financió ya a más de 160mil estudiantes (con la meta de llegar a 1millón en 2025) en ese país. Esta alianza nos ha permitido basar nuestro modelo de operación en los ya desarrollados por ellos y tener su experiencia disponible para acelerar nuestro sueño de tener similar impacto positivo en el Perú. 

La clave del modelo es la cooperación entre las Instituciones Educativas y KOMODO, para que estudiantes que no pueden pagar la pensión se beneficien con un crédito de costo muy bajo o, incluso, de interés 0%. Las instituciones subsidian el costo de los créditos y, a cambio, captan a más estudiantes de menores recursos y reducen la deserción. De este modo, créditos blandos tienen detrás una operación comercial sostenible que soporta la morosidad esperada de una población que la banca casi no atiende y paga retornos de mercado a los inversionistas para poder acceder a las enormes cantidades de capital que son necesarias. Esta es la principal característica de un modelo específicamente diseñado para economías como la nuestra y para evitar efectos colaterales negativos como el sobreendeudamiento y la explosión de pensiones.

KOMODO ha demostrado ya que su modelo de trabajo funciona, que las y los estudiantes responden bien a su sistema de crédito y proceso enteramente digital, desde el primer ciclo de estudio hasta el pago posgraduación, y que es rentable para los inversionistas que aportan el capital. Las bases están sentadas para construir un sistema de crédito privado de escala, que complemente los esfuerzos del gobierno y acerque al sector a la solución del doble reto que enfrenta.  

La coyuntura que vivimos nos urge a acelerar el proceso de adopción, lo que traerá consigo que el producto sea cada vez más atractivo para instituciones y alumnos. Es necesario que sumemos fuerzas y trabajemos juntos para romper el estatus-quo, definitivamente y de una buena vez. Todos los peruanos, directa o indirectamente, nos beneficiaremos de que cada vez más historias como la de Brayan terminen en éxito. ¡Hagámoslo!

 

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